El ingreso de Equair al mercado ecuatoriano en dos rutas apetecidas como lo son Quito-Guayaquil y Baltra, Galápagos, supone una presión en la competencia.
Durante más de un año, Avianca, Latam y Aeroregional estuvieron tratando de captar una parte del mercado que dejó la empresa pública Tame, que manejaba un volumen interesante, pero que con el paso de los años había reducido su participación.
Tener a otro competidor en estas rutas marca un reajuste en la repartición del pastel en estas rutas, pues Equair ha entrado decidida a captar una parte del mercado. Su llegada aumenta el número de sillas disponibles en vuelos domésticos.
No es una aerolínea bajo el modelo low cost, pero su estrategia de precios y su enfoque en el servicio ya comenzó a forzar movimientos en las aerolíneas competidoras, que responden a multinacionales.
Desde la incursión en el mercado, la competencia ha estado ajustando precios y destinando espacios para boletos promocionales.
En las pocas semanas que lleva en el mercado, Equair ha lanzado dos promociones con precios reducidos, más bajos que la competencia y que en medio de esta pandemia apuntan a tener una ocupación que sea sustentable en sus dos Boeing.
La primera, a inicios de enero, ubicó pasajes redondos en la ruta Quito-Guayaquil-Quito en $ 49 y hacia Baltra en $ 99. El 17 de enero introdujo sus equdays con pasajes de $ 69 y $ 169 en esas mismas rutas, respectivamente. Un nicho de pasajeros que se mueve por precios sin duda está aprovechando estos costos reducidos, aunque el momento de la pandemia también frena un poco los viajes de placer.
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Su estrategia de precios para enganchar clientes ha venido acompañada de un fuerte plan de marketing. Desde su campaña de lanzamiento, con un música aspiracional y una imagen corporativa más colorida, la aerolínea se ha tratado de posesionar como una empresa aérea fresca, no tradicional.
Su tripulación viste para transmitir esa imagen, con un tono juvenil, rompiendo los formatos de los uniformes de las líneas tradicionales que operan en el país.
A bordo, Equair parece querer dar una experiencia de vuelo mejorada a sus pasajeros, rescatando ciertos servicios que antes se tenían en este mercado.
Las alianzas que ha tenido con empresas ecuatorianas, como por ejemplo, para dar un chocolate a los pasajeros en un vuelo doméstico es un plus. Simbólico el tema del chocolate para un país que tiene una buena repuntación a nivel mundial con ese producto. Ya este mercado de vuelos domésticos había olvidado hasta los caramelos que Latam repartía en los trayectos cortos o los sánduches con gaseosas que Tame daba años atrás.
El detalle es significativo, pues el ecuatoriano aprecia esas adiciones que obtiene cuando paga por un servicio.
La llegada de Equair como una aerolínea de bandera ecuatoriana le significa otra ventaja al momento de poder desarrollar una estrategia de comunicación local. De tratar de acercarse a ese espíritu de apoyar lo local, sin decirlo o ponerlo en evidencia.
La línea ha estado muy activa en redes sociales, más que su competencia que depende de un modelo comunicativo que se debe ajustar a un estándar de sus casas matrices.
En sus primeras semanas, Equair ha acumulado halagos y buenos deseos en su gestión, pero ya unos pasajeros se han quejado por la cancelación de un vuelo, que se fusionó con otro.
La puntualidad y las cancelaciones son parámetros que un segmento de clientes valora al momento de viajar. Allí está un desafío para la nueva aerolínea, que no se puede dar el lujo de desfasar sus itinerarios al operar por ahora solo con dos aviones.
No será tarea fácil, Latam y Avianca, que tienen estrategias regionales, no se van a dejar arrebatar sus participaciones de mercado. Tienen una ventaja de tener un flota mayor y la posibilidad de ofrecer conexiones a otros destinos.
El aquí y ahora ha despegado. Veamos cómo le va después a Equair.
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