Buenos Aires está a unas dos horas con 15 minutos vía fluvial de Montevideo. A ambas ciudades los une el río de la Plata. Y por esa vía se mueve gran parte del turismo que va y viene entre esas ciudades.
Planemos estar una semana en la capital argentina y uno de esos días lo dedicamos a viajar a Montevideo.
El viaje en barco
Compramos los pasajes en Buquebus, la empresa que da servicio entre ambas capitales. Sale de un muelle ubicado en Puerto Madero, no muy distante de la zona céntrica. El buque tiene servicio de venta de pasajes on line y para el día que escogimos cada pasaje costaba unos 6.182 pesos argentinos (136,72 dólares). Abordamos el buque Francisco, el mejor de la flota de Buquebus.
Para aprovechar mejor el día agarramos el primer turno de las 07:30. Llegamos con una hora de anticipación debido a que hay que pasar por filtros de seguridad y migración antes de abordar. El día que embarcamos había mucha gente para viajar. Hay quienes incluso embarcaban sus carros en el Buquesbus para ir a Montevideo o Colonia.
El embarque fue puntual y algo ordenado. El barco que nos tocó tenía dos secciones: bussiness y turista. En esta última, los asientos estaban distribuidos como un avión. En el centro había pantallas de televisores. Y un bar en el ingreso. Allí mismo en el barco había puntos de cambios de monedas y dutty free.
El viaje es tranquilo y da la posibilidad de ir contemplando el inmenso río de La Plata.
La Ciudad Vieja, primera parada
Al llegar a Montevideo, la nave atracó en un muelle que colinda con la llamada Ciudad Vieja. Hubo pasajeros que tomaron el bus que ofrece la misma empresa Buquebus o los taxis ($ 2 la carrera corta) que hacen fila para recoger a pasajeros que salen de la terminal.
Como llegamos antes de las 10:00 optamos por hacer el primer acercamiento con Montevideo explorando la Ciudad Vieja.
Comenzamos caminando por la Plaza de Independencia que está en el corazón de la Ciudad Vieja. Está rodeada de edificaciones coloniales y en su centro alberga el monumento y mausoleo al Gral. José Gervasio Artigas. Este espacio es accesible al público.
Frente a la plaza destaca la arquitectura del Palacio Salvo, uno de los edificios más emblemáticos de la capital uruguaya. Se inauguró en 1928 y hasta 1935 fue el más alto de sudamérica y su arquitectura lo asemeja al Palacio Barolo de Buenos Aires, con un estilo ecléctico parecido. Dicen que son edificaciones gemelas.
Uno de los puntos que se pueden visitar en ese mismo sector es el Museo Casa de Gobierno, que desde 1880 hasta 1985 funcionó como la sede principal del Poder Ejecutivo.
El acceso es gratuito. Solo basta registrarse al ingreso para recorrer las salas que recogen la historia uruguaya y proporcionan datos de algunos de sus mandatarios destacados. Una imponente escalera da la bienvenida a los visitantes.
Cuando salimos del museo nuestra siguiente parada fue la puerta de la Ciudadela de Montevideo, que era el viejo acceso a la ciudad. Fue parte de la fortaleza militar hecha por los españoles en el siglo 18. Muchos turistas posan junto a la puerta declarada monumento histórico de la ciudad. La selfie charrúa.
El megateatro
El mediodía estaba por llegar y aprovechando que se halla cerca de la Plaza de la Independencia fuimos a conocer el teatro Solís. Inaugurado en 1856, la imponente arquitectura destaca en la zona. Ese día que llegamos había una exposición y aunque en la sala principal no había evento programado pudimos entrar a conocerla. Su escenario plasma los días espléndidos de Uruguay y su influencia europea.
La sala posee las características de los teatros líricos, con platea y 4 anillos conocidos como tertulia baja, tertulia alta, cazuela y paraíso.
El asado charrúa
Después de este paseo cultural era el momento de probar la gastronomía uruguaya. Nos recomendaron el Mercado del Puerto, un sitio que alguna vez fue un punto de venta de abastos, frutas y otros víveres que llegaban a la capital uruguaya. Durante el trayecto uno puede ver detalles arquitectónicos de esa Montevideo colonial. Aún hay casas antiguas con balcones y diseños del siglo 19.
La estructura arquitectónica del mercado muestra influencias europeas. Ahora está convertido en un centro gastronómico, con restaurantes que ofertan principalmente asados en dos niveles.
Carlos Gardel y Enrico Caruso se pasearon por las calles que rodean ese mercado. En uno de los restaurantes del mercado hay una figura que recrea a Gardel.
La Rambla de Montevideo
Uno no se puede ir de la capital uruguaya sin dar un paseo por la zona de La Rambla, la especie de malecón que tiene esta ciudad. Es una avenida de unos 24 km que recorre parte de la urbe, entre calles y área peatonal. De frente está el gran río de La Plata. Muchos capitalinos pasean con sus mascotas o corren por esa avenida.
Al final de la tarde tomamos un bus para recorrer otra zona de la ciudad: Pocitos, un área residencial y moderna de Montevideo.
Es un barrio costero con edificios departamentales ocupados por familias de clase media y alta. Tiene su área de playa por la que caminan o pasean sus moradores. Las grandes letras blancas con la palabra Montevideo están en esa zona, que alberga hoteles, malls, restaurantes y otros servicios. El sistema de buses tiene líneas que conectan directamente la Ciudad Vieja con Pocitos.
A la mañana siguiente... el Centenario
Como decidimos quedarnos a pasar la noche en Montevideo, en un hotel céntrico, debido a que el retorno a Buenos Aires era al día siguiente, nos levantamos muy por la mañana. Hay hoteles de tres estrellas de 35 dólares la noche.
La idea era aprovechar esas cuantas horas adicionales para conocer otros sitios. Así que tomamos la avenida 18 de Julio y caminamos para ver sus comercios, sus cafeterías, el mover de su gente, que con mate en mano suele recorrer las calles.
Y terminamos conociendo el mítico estadio Centenario, allí donde los uruguayos forjaron la garra charrúa. El viejo coloso deportivo está rodeado de un extenso parque y áreas verdes donde la gente camina, pasea. La foto final fue allí, en esas 24 horas en Montevideo.
Te puede interesar:
Buenos Aires: Una guía para cinco días
Así es un tour por la Bombonera, el estadio de Boca Juniors
Planemos estar una semana en la capital argentina y uno de esos días lo dedicamos a viajar a Montevideo.
El viaje en barco
Compramos los pasajes en Buquebus, la empresa que da servicio entre ambas capitales. Sale de un muelle ubicado en Puerto Madero, no muy distante de la zona céntrica. El buque tiene servicio de venta de pasajes on line y para el día que escogimos cada pasaje costaba unos 6.182 pesos argentinos (136,72 dólares). Abordamos el buque Francisco, el mejor de la flota de Buquebus.
Para aprovechar mejor el día agarramos el primer turno de las 07:30. Llegamos con una hora de anticipación debido a que hay que pasar por filtros de seguridad y migración antes de abordar. El día que embarcamos había mucha gente para viajar. Hay quienes incluso embarcaban sus carros en el Buquesbus para ir a Montevideo o Colonia.
El embarque fue puntual y algo ordenado. El barco que nos tocó tenía dos secciones: bussiness y turista. En esta última, los asientos estaban distribuidos como un avión. En el centro había pantallas de televisores. Y un bar en el ingreso. Allí mismo en el barco había puntos de cambios de monedas y dutty free.
El viaje es tranquilo y da la posibilidad de ir contemplando el inmenso río de La Plata.
La Ciudad Vieja, primera parada
Al llegar a Montevideo, la nave atracó en un muelle que colinda con la llamada Ciudad Vieja. Hubo pasajeros que tomaron el bus que ofrece la misma empresa Buquebus o los taxis ($ 2 la carrera corta) que hacen fila para recoger a pasajeros que salen de la terminal.
Como llegamos antes de las 10:00 optamos por hacer el primer acercamiento con Montevideo explorando la Ciudad Vieja.
Comenzamos caminando por la Plaza de Independencia que está en el corazón de la Ciudad Vieja. Está rodeada de edificaciones coloniales y en su centro alberga el monumento y mausoleo al Gral. José Gervasio Artigas. Este espacio es accesible al público.
Frente a la plaza destaca la arquitectura del Palacio Salvo, uno de los edificios más emblemáticos de la capital uruguaya. Se inauguró en 1928 y hasta 1935 fue el más alto de sudamérica y su arquitectura lo asemeja al Palacio Barolo de Buenos Aires, con un estilo ecléctico parecido. Dicen que son edificaciones gemelas.
Uno de los puntos que se pueden visitar en ese mismo sector es el Museo Casa de Gobierno, que desde 1880 hasta 1985 funcionó como la sede principal del Poder Ejecutivo.
El acceso es gratuito. Solo basta registrarse al ingreso para recorrer las salas que recogen la historia uruguaya y proporcionan datos de algunos de sus mandatarios destacados. Una imponente escalera da la bienvenida a los visitantes.
Cuando salimos del museo nuestra siguiente parada fue la puerta de la Ciudadela de Montevideo, que era el viejo acceso a la ciudad. Fue parte de la fortaleza militar hecha por los españoles en el siglo 18. Muchos turistas posan junto a la puerta declarada monumento histórico de la ciudad. La selfie charrúa.
El megateatro
El mediodía estaba por llegar y aprovechando que se halla cerca de la Plaza de la Independencia fuimos a conocer el teatro Solís. Inaugurado en 1856, la imponente arquitectura destaca en la zona. Ese día que llegamos había una exposición y aunque en la sala principal no había evento programado pudimos entrar a conocerla. Su escenario plasma los días espléndidos de Uruguay y su influencia europea.
La sala posee las características de los teatros líricos, con platea y 4 anillos conocidos como tertulia baja, tertulia alta, cazuela y paraíso.
El asado charrúa
Después de este paseo cultural era el momento de probar la gastronomía uruguaya. Nos recomendaron el Mercado del Puerto, un sitio que alguna vez fue un punto de venta de abastos, frutas y otros víveres que llegaban a la capital uruguaya. Durante el trayecto uno puede ver detalles arquitectónicos de esa Montevideo colonial. Aún hay casas antiguas con balcones y diseños del siglo 19.
La estructura arquitectónica del mercado muestra influencias europeas. Ahora está convertido en un centro gastronómico, con restaurantes que ofertan principalmente asados en dos niveles.
Carlos Gardel y Enrico Caruso se pasearon por las calles que rodean ese mercado. En uno de los restaurantes del mercado hay una figura que recrea a Gardel.
La Rambla de Montevideo
Uno no se puede ir de la capital uruguaya sin dar un paseo por la zona de La Rambla, la especie de malecón que tiene esta ciudad. Es una avenida de unos 24 km que recorre parte de la urbe, entre calles y área peatonal. De frente está el gran río de La Plata. Muchos capitalinos pasean con sus mascotas o corren por esa avenida.
Al final de la tarde tomamos un bus para recorrer otra zona de la ciudad: Pocitos, un área residencial y moderna de Montevideo.
Es un barrio costero con edificios departamentales ocupados por familias de clase media y alta. Tiene su área de playa por la que caminan o pasean sus moradores. Las grandes letras blancas con la palabra Montevideo están en esa zona, que alberga hoteles, malls, restaurantes y otros servicios. El sistema de buses tiene líneas que conectan directamente la Ciudad Vieja con Pocitos.
A la mañana siguiente... el Centenario
Como decidimos quedarnos a pasar la noche en Montevideo, en un hotel céntrico, debido a que el retorno a Buenos Aires era al día siguiente, nos levantamos muy por la mañana. Hay hoteles de tres estrellas de 35 dólares la noche.
La idea era aprovechar esas cuantas horas adicionales para conocer otros sitios. Así que tomamos la avenida 18 de Julio y caminamos para ver sus comercios, sus cafeterías, el mover de su gente, que con mate en mano suele recorrer las calles.
Y terminamos conociendo el mítico estadio Centenario, allí donde los uruguayos forjaron la garra charrúa. El viejo coloso deportivo está rodeado de un extenso parque y áreas verdes donde la gente camina, pasea. La foto final fue allí, en esas 24 horas en Montevideo.
Te puede interesar:
Buenos Aires: Una guía para cinco días
Así es un tour por la Bombonera, el estadio de Boca Juniors
No hay comentarios:
Publicar un comentario