La primera vez que vi el puente de Brooklyn tenía 15 años. Estaba iluminado, con los rascacielos de Manhattan completando la espectacular escena. Era un póster que colgaba en una óptica del centro de Guayaquil. Una de las imágenes más icónicas de Nueva York que en ese momento era solo una ilusión distante.
Finalmente conocí ese famoso puente en este viaje de cinco días a Nueva York, en abril. En el día 4. Es una estructura de 1,6 km que une el distrito de Manhattan y Brooklyn y que ha sido locación de decenas de películas románticas y de acción.
Desde su construcción en 1883, varias generaciones han pasado por aquel puente colgante, que por años mantuvo el estatus de ser uno de los más grandes del mundo.
Dicen que es uno de los puntos obligados para quienes visitan Nueva York. Ya sea pasando a pie o en bicicleta. Como sea, el puente ofrece la posibilidad de contemplar el sur de Manhattan y sus rascacielos a plenitud. Además del moderno puente de Manhattan, que está a pocos metros.
La mañana de primavera que lo conocí cientos de turistas transitaban y se fotografiaban sobre esa estructura. Es un puente que atrapa no solo por su historia, sino por el ambiente que lo rodea, por su arquitectura gótica y las cientos de historias que se tejen a su alrededor. Como aquella que en sus inicios fue necesario hacer un espectáculo circense, con elefantes incluidos, para demostrar que era una estructura firme y podía aguantar peso. También ha sido testigo de dolor, cuando el 11 de septiembre del 2001 miles de personas cruzaron desesperados ese puente huyendo del terror que agobiaba Manhattan por los ataques terroristas.
Debajo del puente hay otro espectáculo.
En Latinoamérica son pocos los puentes antiguos que pueden ofrecer un espectáculo propio debajo de sus bases. La zona que está debajo del puente de Brooklyn tiene su encanto, su atractivo.
Con edificaciones de inicios del siglo pasado que alguna vez fueron factorías o bodegas y ahora están convertidos en departamentos o loft.
La vieja edificación de una fábrica de helados aún se mantiene en la zona del Brooklyn Bridge Park, que se puede recorrer bordeando el río.
Un malecón, con sillas y mesas con la cara hacia Manhattan, permite contemplar desde allí los rascacielos y, a lo lejos, la estatua de la Libertad. Los fines de semana es común ver a los neoyorquinos tomando un almuerzo o corriendo frente al río.
En el mismo sitio está el embarcadero del East River Ferry. Cientos van a ese atracadero para tomar un ferry y pasar por debajo de esos puentes (el de Brooklyn y Manhattan).
Un carrusel, con antiguos caballitos, se instala muy cerca del puente, cubierto en una estructura de cristal.
Día 5
El distrito de moda
Brooklyn es uno de los distritos que en los últimos años se ha revalorado. Es un sitio de moda. Muchos profesionales jóvenes se están trasladando a esa zona huyendo de los turistas que abarrotan Manhattan y que lo quieren fotografiar todo. La demanda ha obligado a que se registre una mayor oferta de soluciones habitacionales. Así se ha convertido edificios que antes eran hospitales o bodegas en departamentos.
Sus clásicos edificios de ladrillos rojizos, con esas escalinatas negras de emergencia a los costados, siguen manteniendo el espíritu de Brooklyn.
Recorrer los barrios y el centro de Brooklyn es imprescindible para entender la dinámica de este distrito, donde conviven diferentes culturas.
En un solo barrio se puede encontrar la diversidad, con restaurantes de comida árabe, italiana, asiática y latina conviviendo a pocos metros, uno tras otro.
Xiomara y Steven, amigos que nos ayudaron mucho en este viaje para conocer Nueva York, nos mostraron esa esencia de Brooklyn, de sus barrios, sus líneas de tren que conectan con Manhattan.
Este distrito tiene diferentes atracciones como el Prospect Park, un enorme parque que emula al Central Park. Además tiene su propio museo, biblioteca, un parque botánico y otras.
Pero lo mejor es su riqueza multicultural. En Brooklyn se habla diferentes idiomas, acentos.
Gospel inspirador
Dentro de los 10 mejores cosas para hacer en Brooklyn, Tripadvisor propone un recorrido gospel por ese distrito.
Y una de las congregaciones referenciales está en la zona céntrica: Brooklyn Tabernacle. Esta es una de las iglesias protestantes que tiene uno de los mejores coros gospel de Nueva York. Opera en una edificación que antes era un teatro. Su interior conserva la líneas arquitectónicas de un edificio de época.
Xiomara, nuestra amiga guía, nos llevó un día de domingo de Semana Santa. En la iglesia estaban presentando una obra teatral musicalizada. Es una obra que retrata los últimos días de Jesús. Brooklyn Tabernacle lleva años exhibiendo la obra, con ciertas modificaciones, y cada función se llena. Con largas filas en sus exteriores. Su montaje es excelente, que si uno no pasa por Broadway, la obra te da una idea.
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