17.2.17

Cuando estuve cerca de George, la tortuga más mediática del mundo

George, la tortuga más famosa de  Galápagos, regresa este viernes 17 de febrero a Santa Cruz, la isla en la que pasó sus últimos 40 años de vida. Ya no estará en su corral, en el que había un pequeño estanque, sino en una sala especial construida y ambientada en su honor. Llega disecado desde Nueva York, con su mejor pose: con el cuello erguido y su enorme caparazón en forma de montura.



Una parada que la esculpió cuidadosamente George Dante, uno de los mejores taxidermistas del mundo, que se apoyó en científicos para conservar la esencia de George. 



A este ejemplar de la especie Chelonoidis Abingdonii 
lo encontraron  en 1971, en la isla Pinta, la más pequeña del Archipiélago. Desde entonces se convirtió en la tortuga más mediática del planeta, en el emblema de las islas Galápagos. Porque aunque había otras especies de tortugas gigantes, George era el único sobreviviente de un linaje que se creía extinto.



Conocí a George en el 2011, un año antes de su muerte.  Estaba comiendo despacio, a su propio ritmo, como si el tiempo no le importara. Se encontraba apartado cerca de unos arbustos. Apenas se movió levemente durante la media hora que estuve  observándolo. Durante ese lapso, pasaron decenas de turistas extranjeros que llegaban atraídos por lo que habían escuchado de la tortuga.
Unos llegaban con camisas con la fotografía de George o postales donde él era el protagonista. Y es que era así. Aunque había muchas más tortugas en el sendero, George, de unos 90 años, concentraba la atención.







Aquella tarde, el Solitario estaba a unos 20 metros del cerco que rodeaba su hogar. Y por eso los  turistas hacían esfuerzos para ampliar el lente de sus cámaras y captar detalles de sus facciones. De cualquier movimiento de su largo cuello o un inesperado intento de acercarse al pequeño estanque. Mis esfuerzos eran mayores, porque la pequeña Nikon que cargaba ese día no tenía el alcance deseado. (Por eso tuve que conformarme ese día con la foto cercana con una tortuga gigante de otra especie).
Recuerdo que la alegría de los turistas por conocer a George se mezclaba con cierta nostalgia por las explicaciones que daba un guardaparque sobre los intentos infructuosos por conseguir descendencia para esa especie. No había resultado un intento de reproducción con las hembras de la especie del volcán Wolf de la isla Isabela. Tampoco prosperó  la colocación de hembras de la isla Española, que se pensaba que eran genéticamente más cercanas. George vivía rodeado, con afecto y atenciones, pero estaba solo.




Los neoyoquinos pudieron ver disecado a George entre septiembre del 2014 y enero del 2015 en el Museo Americano de la Historia Natural. En ese lugar se lo mostró en una urna de cristal, con una reseña de su longeva vida, que casi llega al siglo. Lejos de su tierra fue nuevamente protagonista.  El museo lo trató como  a un huésped famoso. Al que muchas veces las revistas científicas le habían regalado portadas. El museo le hizo varios videos. Desde su llegada hasta el proceso de cómo fue disecado. 



La suerte que tuvieron los estadounidenses de conocer a George disecado, sin embargo, no será la misma para los ecuatorianos que viven en el territorio continental. Muchos de los cuales  solo han podido ver a las Galápagos por fotos o videos debido a los costos de los pasajes aéreos (más de 200 dólares).



El cuerpo embalsamado llega a Guayaquil, pero viaja inmediatamente a Galápagos. No tendrá una parada de exhibición, al menos, no de su cuerpo original disecado.
La escultura de George se develará el 23 de febrero al público en el Archipiélago. Y volverá a ser el máximo protagonista de un nuevo sendero que creó el Parque Nacional Galápagos. El viejo George regresa para convertirse en símbolo de los esfuerzos de conservación.



Fotos y videos: PNG, MAHN


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