"Esta es una aerolínea muy venezolana", reflexiona Yaedrix, de 27 años, al hablar del servicio de Avior. Está sentado en el 7F del vuelo 1261 que sale el 15 de marzo desde Guayaquil con rumbo a Barcelona (Venezuela) y conexiones.
Su destino final es Maracaibo, donde nació y donde aún vive su madre, de 49 años, que padece de cáncer de seno. Ella no sabe que está volando hacia su ciudad. Le dará una sorpresa.
Por el pasaje pagó 451 dólares, que para él es demasiado costoso por la calidad del servicio que recibe. Puede pagarlo, dice este venezolano que reside en Ecuador hace ya siete años, porque cuenta que en la peluquería de su pareja le va muy bien. Ambos son estilistas.
No está conforme con el precio del boleto debido a que él debe realizar algunas gestiones por su cuenta. Le dijeron que su maleta no iría directo a Maracaibo, sino que en Barcelona debía recogerla y volverla a chequear.
El avión además no es muy cómodo. Los asientos son un poco duros y la cuerina azul que los reviste está gastada. Hasta los uniformes de las azafatas color verde oliva están un poco descoloridos.
El avión despega puntual a las 09:00 de Guayaquil. Los pasajeros están un poco nerviosos porque recuerdan el incidente de hace pocos días cuando una nave de la aerolínea perdió pista al aterrizar en Guayaquil. En noviembre pasado, otro vuelo de Avior debió aterrizar de emergencia en Manta debido a una falla. Pero nada pasa. Yaedrix y el resto respiran aliviados.
Hay poca turbulencia. Yaedrix conversa con su compañero de asiento que está nervioso porque nunca ha viajado en avión. Entonces anuncian que servirán un refrigerio.
Las azafatas ofrecen de su carrito -que empujan con dificultad por la alfombra rugosa- tres opciones: jugo de naranja, gaseosa negra y agua. Y puesto por puesto reparten una cajita blanca con un sánduche de jamón, queso y lechuga, y una porción de fruta picada.
El estilista se come su ración. Y su otra compañera de asiento pide permiso para salir al baño. Al regresar ella le cuenta que se ha llevado una mala impresión: el portatoallas de papel se ha desprendido y hay quienes han pensado que es el basurero; y de paso el papel higiénico que usa la aerolínea es "ralito" así que debe usarlo con cuidado de que no se rompa.
Mientras conversan el avión zozobra. Hay una leve sacudida. Y empieza el descenso. Tras tres horas de vuelo el avión aterriza en el aeropuerto de Barcelona a las 13:00 (hora local). Y Yaedrix dice que solo en la puntualidad no parece aerolínea venezolana.
Detalles
-Avior es una línea que lleva más de tres años operando en el aeropuerto de Guayaquil, donde tiene una oficina de venta de pasajes.
-En sus inicios solo tenía tres frecuencias semanales y luego pasó a 5 vuelos semanales dentro de un plan de expansión.
-Para operar en Guayaquil usa aviones Boeing 737-400 para unos 140 pasajeros.
Su destino final es Maracaibo, donde nació y donde aún vive su madre, de 49 años, que padece de cáncer de seno. Ella no sabe que está volando hacia su ciudad. Le dará una sorpresa.
Por el pasaje pagó 451 dólares, que para él es demasiado costoso por la calidad del servicio que recibe. Puede pagarlo, dice este venezolano que reside en Ecuador hace ya siete años, porque cuenta que en la peluquería de su pareja le va muy bien. Ambos son estilistas.
No está conforme con el precio del boleto debido a que él debe realizar algunas gestiones por su cuenta. Le dijeron que su maleta no iría directo a Maracaibo, sino que en Barcelona debía recogerla y volverla a chequear.
El avión además no es muy cómodo. Los asientos son un poco duros y la cuerina azul que los reviste está gastada. Hasta los uniformes de las azafatas color verde oliva están un poco descoloridos.
El avión despega puntual a las 09:00 de Guayaquil. Los pasajeros están un poco nerviosos porque recuerdan el incidente de hace pocos días cuando una nave de la aerolínea perdió pista al aterrizar en Guayaquil. En noviembre pasado, otro vuelo de Avior debió aterrizar de emergencia en Manta debido a una falla. Pero nada pasa. Yaedrix y el resto respiran aliviados.
Hay poca turbulencia. Yaedrix conversa con su compañero de asiento que está nervioso porque nunca ha viajado en avión. Entonces anuncian que servirán un refrigerio.
Las azafatas ofrecen de su carrito -que empujan con dificultad por la alfombra rugosa- tres opciones: jugo de naranja, gaseosa negra y agua. Y puesto por puesto reparten una cajita blanca con un sánduche de jamón, queso y lechuga, y una porción de fruta picada.
El estilista se come su ración. Y su otra compañera de asiento pide permiso para salir al baño. Al regresar ella le cuenta que se ha llevado una mala impresión: el portatoallas de papel se ha desprendido y hay quienes han pensado que es el basurero; y de paso el papel higiénico que usa la aerolínea es "ralito" así que debe usarlo con cuidado de que no se rompa.
Un avión de Avior en la manga de la terminal de Guayaquil |
Mientras conversan el avión zozobra. Hay una leve sacudida. Y empieza el descenso. Tras tres horas de vuelo el avión aterriza en el aeropuerto de Barcelona a las 13:00 (hora local). Y Yaedrix dice que solo en la puntualidad no parece aerolínea venezolana.
La terminal aérea de Barcelona, en Venezuela |
La sala de espera en el aeropuerto de Barcelona, ciudad de que salen los vuelos a Guayaquil |
Detalles
-Avior es una línea que lleva más de tres años operando en el aeropuerto de Guayaquil, donde tiene una oficina de venta de pasajes.
-En sus inicios solo tenía tres frecuencias semanales y luego pasó a 5 vuelos semanales dentro de un plan de expansión.
-Para operar en Guayaquil usa aviones Boeing 737-400 para unos 140 pasajeros.
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